Al respecto, se destacaron tres procesos que complejizan la posición de los pobres en los grandes centros urbanos: la segregación resultante del funcionamiento del mercado de suelo urbano, la desigualdad de acceso a la infraestructura y equipamiento urbano (activos físicos públicos de la ciudad) y la debilidad de los municipios para efectos de integrar a los sectores de menores recursos a la ciudad.La tercera sección destaca tres conceptos emergentes que significan aportes a una comprensión más amplia del contexto de la pobreza urbana a fines de siglo: en primer lugar, el enfoque de la exclusión social (que pone el foco en los factores que explican la baja capacidad de integración de los sistemas económico-sociales); en segundo lugar, el enfoque de la vulnerabilidad (que pone el acento en los recursos y activos de distinto orden que disponen los pobres y su importancia para explicar dinámicas tanto de deterioro del bienestar, estrategias de enfrentamiento, y casos de movilidad social); y finalmente, el concepto de seguridad humana, que tiende puentes con un problema mayor de América Latina, como es el incremento de los hechos delictivos y percepción de inseguridad en contextos de elevada urbanización, fragmentación social y pérdida del espacio público.
Entrando al plano de las necesidades de renovación de los esquemas de políticas de enfrentamiento de la pobreza urbana, se plantea la existencia de cuatro desafíos centrales: a) el diseño de Programas y proyectos en línea con un marco conceptual integrador de la pobreza y la ciudad; b) el desarrollo de programas con impacto sobre la capacidad de generación de ingresos y empleos del pobre, c) la coordinación intersectorial y focalización territorial y d) el reforzamiento del rol del municipio en la superación de la pobreza.